El conflicto es inevitable. En cualquier grupo humano existen diferencias (¡menos mal!), cada uno tenemos nuestras ideas, deseos y expectativas…
Pero el conflicto no es el enemigo. El peligro es tratar de evitarlo, ignorarlo o no tener herramientas para afrontarlo.
Y esto fue lo abordamos en el taller ‘Trascender el conflicto para vivir en comunidad’, especialmente dirigido a la Comunidad de vibio como herramienta para la convivencia, pero abierto al público general.
De la mano de Darío Torres y Gabriela Freese, nos sumergimos desde el enfoque del Teatro Gestalt y la Comunicación No Violenta a través de varios ejercicios prácticos.
Empezamos por una dinámica de movimiento libre por el espacio para conectar con nuestro cuerpo y con nuestro estado de ánimo que, como veríamos, están íntimamente relacionados.
Entrando en materia, lo primero fue preguntarnos ¿Qué es para ti el conflicto? Para la mayoría, algo que duele, paraliza y genera tensión. Otros, sin embargo, apuntaron hacia lo constructivo… ¡Interesante!
A partir de ahí, invitamos a los participantes a describir una situación de conflicto y cómo ésta les afectaba: la respuesta del cuerpo al conflicto. Descubrimos la importancia de escuchar a nuestro cuerpo para abordarlo y entender por qué reaccionamos así ante el conflicto.
Aquí ya entramos con un poco de teoría. Imprescindible para la práctica, claro.
Y hablamos de la Comunicación No Violenta (CNV) que, sin meternos en mucho detalle, propone un modelo de comunicación diferente al predominante y que evita juicios moralistas y negación de responsabilidades.
Se enfoca en observar y describir sin juzgar, expresar los sentimientos que esto suscita, reconocer las necesidades detrás de ellos y proponer acciones para que otros (o nosotros mismos) puedan (o podamos) satisfacer estas necesidades de manera respetuosa.
Con esto en el haber, volvimos a hablar de conflicto. Y fuimos la definición de la Real Academia de la Lengua. Spoiler: un horror.
En contraposición a esa definición, Gabriela nos trajo una más tangible y esperanzadora: la pérdida de conexión (reversible) con nosotros mismos y con el otro.
Para representarlo, hicimos una nueva dinámica por parejas usando un hilo rojo, donde los participantes se decían «no» en distintos tonos e intensidades. Si alguien sentía desconexión, podía quitarse el hilo. Luego, se compartieron las emociones y reacciones físicas experimentadas ante las negativas.
Para cerrar, hicimos otro ejercicio práctico, partiendo de una situación de conflicto ficticia con una persona voluntaria se exploró qué ocurría internamente en esta persona, analizando sus necesidades y sentimientos.
El aprendizaje clave fue usar la escucha para comprender necesidades y transformar el conflicto, eligiendo una reacción más consciente y conectada.
Este es un resumen muy resumen de las herramientas de convivencia que trabajamos en los proyectos de comunidades de Distrito Natural, si te han entrado ganas de participar, súmate a nuestra newsletter para próximas convocatorias 👇👇